Todos los derechos reservados ©
El origen del texto “Todos los derechos reservados” se remonta al artículo 3 de la Convención de Derechos de Autor en Buenos Aires en 1910; tratado entre los Estados Unidos y la mayor parte de los países de América del Sur.
Este artículo 3 de la convención establece:
“El reconocimiento de un derecho de propiedad obtenido en un Estado de conformidad de sus leyes, surtirá de pleno derecho sus efectos en todos los demás, sin necesidad de llenar ninguna otra formalidad, siempre que aparezca en la obra cualquier manifestación que indique la reserva de la propiedad.”
http://www.wipo.int/edocs/lexdocs/treaties/es/bac/trt_bac_001es.pdf
La adición de la frase «Todos los derechos reservados» resume y es suficiente para cumplir con este artículo.
Esta advertencia: «Todos los derechos reservados» indica que el titular del derecho de autor no quiere renunciar a ninguno de los derechos exclusivos que tiene en virtud, del derecho de autor.
Esto sólo fué relevante para los miembros de la Convención de Derechos de Autor de Buenos Aires. Hoy en día los miembros de esta Convención hacen parte del Convenio de Berna; Convenio que establece, que salvo que se indique expresamente lo contrario, todos los derechos son reservados. Adicionalmente, una ley de derechos de autor específica, no podrá exigir ninguna formalidad como condición para la protección de derechos de autor; por lo tanto «Todos los derechos reservados» no tiene una validez jurídica.
A pesar de que la frase “Todos los derechos reservados» no tiene significado legal, se utiliza en avisos de derechos de autor. La única función práctica es la de una advertencia que el autor da, indicando que tiene un derecho como autor y quiere que se mantenga.
http://www.iusmentis.com/copyright/allrightsreserved/
Al colocar nuestras fotografías en internet, esta conservará “Todos los derechos reservados” a menos que demos nuestra autorización expresa para que sea utilizada con algún otro tipo de licencia ya sea Copyleft o Creative Commons.
https://creativecommons.org/
Colaboración especial de: Peter Liévano